«Tener unos gustos no comunes como espectador es peligroso, porque puedes caer en las trampas de la vanidad, de la misantropía, del elitismo. Peor todavía, puedes acabar pillándole el gustillo a ir a la contra y convertirte en un contestatario que va por la vida con el piñón fijo y el truco aprendido.
Un simulacro de personalidad.»
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